10.
Además de incómodo y poco pudoroso
poner el cuerpo me resulta
una actitud riesgosa que no sé
si estoy dispuesto a afrontar. Es preferible,
medito sentado contra la puerta
con el diario del día entre las manos,
esconderme en este ambiente mal iluminado
que da al pulmón del edificio y ensayar
un quieto y silencioso grito de terror.
Quizá sea un cobarde, no podría
asegurarlo, pero qué joder
es tanto más fácil y barato acompañarme
con la radio de tus éxitos y dos o tres fotos grises
que salir a renovar el pasaporte y a dar vueltas
por una ciudad llena de taxis amarillos.
Esteban Quirós, Volver (2010)
Foto: Josep Clua.
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