jueves, 2 de agosto de 2012

está vez, por fin, en serio






Cadmo se queda, ahí, quieto, mira
con hondura la tarde que descarrila silenciosa sobre los árboles,
escucha los movimientos que le imprime
la sombra al sotobosque, abre, sonoramente, la chapita
de la cerveza, algo fría, que sacó, hace un rato, de la heladera roja,
portátil, que trajo del ruido del hotel
a este silencio que le cuesta nombrar de alguna
forma, porque no encuentra palabras, o porque persiste
en una lenta movilidad, como una pompa de jabón
fugitiva entre las manos torpes de un chico torpe, y se pregunta
en qué consiste la verdad de este sol
que se incendia y se apaga, se muda, se va, se anega, qué
sería de este conglomerado de árboles, ramas, hojas
abigarradas a qué concepto, noción o presentimiento
divino del avance, que le hace ver, oler, sentir, un aire
cargado de signos - vuelos augurales de la voz-,
en un bosque como este, símbolo o símbolos de una
realidad que escapa, pero que él de alguna manera sostiene,
como esa serie en la que en otra parte del mundo alguien
-siempre es otro en otro lado en el mismo tiempo-
repetía un determinado procedimiento matemático o mágico
 que hacía que todo esto, el mundo, que mira ahora, con una cerveza
en su mano, extraída algo fría de una heladera
roja, portátil, no despareciera, como si cerrara los ojos
pero está vez, por fin, en serio.



Facundo Giménez, de Cary Stayner (?)

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