Ingrid Bergman
Mi proyecto erótico de los 18 años.
Una vez le hice señas desde la oscuridad
y ella se desprendió de los brazos de Gary Grant.
Se despegó de la pantalla,
vino hacia mi butaca, se sentó en mis rodillas
y no se levantó hasta que mis pantalones se humedecieron
y the end.
Qué poesía amarga la de mi vida en esa época.
Ahora debe andar por los sesenta y tantos
y yo fumo veinte cigarrillos por día para no sentirme
excesivamente dramático.
Adiós a Ingrid
Las cosas que sucedían a la vez:
en la pantalla
ella reía sacándose los guantes.
Yo jadeaba en la oscuridad, fantaseando
con intimas imágenes
mientras llovía en la calle
y era en marzo de 1938.
Todo eso cabe ahora en una cucharita de té
bien mezclado al cáncer
que la mató cuarenta años después,
cuando lo supe sin ninguna emoción particular mientras me afeitaba escuchando la radio
y muchas cosas
habían muerto fatigadas y a la vez.
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