viernes, 18 de febrero de 2011

morirse tampoco es gratis aquí




El cementerio de elefantes

No te creo, no. ¿En serio, y has estado allí? Sí (me lo dijo tan poco convencido que le creí). Chupó el cigarro que me acababa de robar y levantó, como si no le costara nada, la ceja derecha, se estaba haciendo el interesante. Pero es un lugar normal, lindo. En serio, acogedor. Abre como a las ocho de la mañana. Una cantina. No sé, normal. Doña Norma, se llama la doña. Entre La Paz y El Alto. Sí. Pues no sé. El caso es que por la noche pues allí se pueden quedar los que ya no quieren seguir, los que quieren cerrar el ojo y sólo chupar. Doña Norma les ofrece una habitación, bueno un cuartucho con un catre de paja, les deja un bidón de alcohol y cierra la puerta por fuera. Pasa cada tres horas para comprobar si el inquilino sigue vivo. Obviamente antes le ha cobrado los 20 pesos que vale el servicio, que morirse tampoco es gratis aquí. Cuando el huesped ya no pide más alcohol, doña Norma lo manda al contenedor y llama a la policía para que retiren el cuerpo.
Aprovechó mi estupefacción para sacarme otro cigarro.

Crónica de viaje sobre La paz extraída del blog  http://perdiendopaises.blogspot.com 



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